domingo, 23 de junio de 2013

Dump de memoria

Me doy cuenta de que este rincón se convierte la mayor parte de las veces en un volcado de memoria. En un dump provocado, como aquellos que ejecutaba en mis tiempos de desarrollo cuando la programación no hacía lo que yo esperaba. Y volcaba sobre el papel el programa e imprimía una cantidad considerable de hojas con las instrucciones en código hexadecimal y su traducción assembler a la derecha entre las que me gustaba bucear buscando donde estaba el error.

Aquí ejecuto muchos programas distintos y muchos volcados que me han servido en ocasiones para descubrir precisamente los errores y en otras, quizás no más que para liberar tensiones o ansiedades pero que de cualquier forma acaban teniendo un resultado positivo en mi. Acaba por convertirse en un rincón meramente personal que no pretende la aceptación de nadie, ni la lectura ni el aplauso. Que no tiene finalidad alguna más que la personal. Que estará lleno de errores porque no existe manual para la vida ni para el ser y que al igual que yo me muevo por este mundo equivocándome, escribiré mil veces equivocada en apreciaciones. La palabra es para mi un regalo, es el instrumento mediante el cual hacerme comprender ante otros e incluso ante mi misma pese a que a veces no llegue uno a dar con la precisa, con la que determina con exactitud lo que quieres expresar y es que hay ciertos sentires que son difíciles de trasladar al lenguaje y es también el dominio de este el que imposibilita la expresión. 

En otros blogs dedicaba fundamentalmente el tiempo a hablar sobre el mundo y los aconteceres del mismo. Este se convirtió por necesidad en el lugar de mi propio yo cuando entendí que andaba por ese mundo sin encontrar el sitio que me correspondía. He escrito muchas cosas, sobre deseos y experiencias vividas que han ido reordenando mi ser. Ahora vivo tranquila conmigo misma pese a que los días  no siempre son tan luminosos como quisiera pero es que si lo fueran, cómo valorar entonces la luz cuando esta llega. He ganado y perdido en todo este vivir pero creo haber encontrado el camino que necesitaba. Aprendí a valorarme y por ello sé también qué es lo que merezco y qué es lo que no. Dicen que arrepentirse es negarse porque no seríamos lo que somos de no ser por lo vivido. No sé, yo me arrepiento de algunas cosas aunque sé que fueron como fueron porque el momento también era el que fue y no podían por tanto resultar de otra forma. Lamentarse del pasado no tiene mucho sentido porque nada cambia con el lamento así que lo mejor que se puede hacer es grabar a fuego las experiencias para mejorarlas en el futuro.

Cuando decidí abandonar este lugar con idea de empezar de nuevo, no me di cuenta de que ese abandono formaba parte también del proceso, aunque quizás en lo  más profundo de mi ser, sabía que no me iba para no volver. Era casi el broche final para el cambio. Coger toda la vida que no deseas y llevártela en la maleta para desbrozarla,  juzgarla y dejar lejos todo lo no deseable. Estar sola fue muy complicado, a veces, insoportable pero muy enriquecedor. Nunca hubiera conseguido cambiar mi existencia de no haber sido por la distancia. Había muchas cosas sobre las que tomar decisiones, sobre las que imponer una actitud pero es verdad que también había una sobre la que no tenía elementos de juicio y apareció para poner la puntilla a este pasado no deseado. Se convirtió en un error más sobre el que reflexionar y en un dolor más con el que sobrevivir. Hubiera preferido que el protagonista hubiera sido otro, que la lección aprendida me hubiera servido para un posible mañana pero no nos dan a elegir. O quizás tenía que ser quien fue, capaz de llevarte a las alturas más altas para dejarte caer sin contemplaciones entre silencios y la mayor de las indiferencias. Un aprendizaje más. Y el proceso terminó. Recogí mis cosas, dejé que la corriente arrastrara mar adentro todo aquello que deseché de mi vida y volví. 

Estoy donde tengo que estar. En esta ciudad que me vio nacer y que a veces odio tanto como amo. Rodeada del bullicio que no creo soportar pero que no es más que la melodía de la gran vida que tiene encerrada. Estoy nuevamente al lado de aquellos que amo y disfrutando de este renacer. Mi vida es y será distinta de lo que fue. Apenas he empezado a dar los primeros pasos pero he decidido disfrutar de las cosas, de la gente, de los momentos. Se acabaron los encierros y los lamentos. Ahora toca vivir porque viviendo es como alcanzaré todo aquello que deseo.