miércoles, 2 de abril de 2014

Böcklin y La Isla de los Muertos

De las cuatro versiones de La isla de los muertos que realizó Böcklin y que aún se conservan (parece que una quinta fue destruida en la Segunda Guerra Mundial), esta es la que más me gusta. Fue la tercera versión, realizada en 1883 sobre tabla al igual que la primera pero con claras diferencias fundamentalmente en la luminosidad. Fue comprada por Adolf Hitler en 1943 y estaba expuesta en el Reichtag hasta que en 1945, con la entrada de los rusos en Berlín, la pintura desapareció y no aparecería hasta 1979. Está expuesta en un museo de Berlín. 

A mi me entran ganas de ir de visita a la Isla aunque creo que el viaje es solo de ida.



Otra Isla de los Muertos que se grabó en mi memoria fue la que realizó H.R. Giger basándose en las pintadas por Böcklin y que no se llama La isla de los muertos sino Böcklin precisamente en homenaje al pintor.

Cuantas veces me habré quedado ensimismada mirando esta imagen y pensando que efectivamente esta isla si que no tiene camino de retorno. Lo que si que tiene es un magnetismo especial, por lo menos para mi. Sólo mirándola parece que te atrape sin que puedas ya alejarte de allí. Y a veces, ni ganas tenías de volver.