domingo, 24 de noviembre de 2013

Desde hace unas horas... Javi

¿Quién es Javi? Pues tan solo un chico que se ha cruzado en mi camino para convetir esta tarde-noche en una delicia. Hace algo más de un mes hice mi primer curso de Reiki porque necesitaba de esa terapia a diario y de esta forma podía aplicármela yo misma. Lo hice no solo por mi necesidad sino también porque quería poder regalar sus beneficios a los demás. Tras este primer mes tenía que hacer el proceso de reiniciación y mi maestra me dijo que hoy podía acercarme a hacerlo porque iba a dar otro nivel I a otras personas de forma que la iniciación o en mi caso reiniciación podía hacerla con ellos. He llegado cuando ellos ya estaban terminando la parte teórica y me ha sorprendido ver que había dos chicos. Hasta la fecha todas mis experiencias con el reiki habían sido con mujeres, algo que por otra parte, me resultaba como mínimo, curioso. Me he sentado con ellos tratando de no molestar puesto que lo contado yo ya lo había escuchado. Ellos eran tres y conmigo hacíamos la combinación perfecta para hacer dos grupos en la práctica. Al poco de llegar creo que ya supe quien iba a ser mi pareja aunque dejé que el azar o el interés que demostraba Javi, decidieran por mi. Y llegado el momento, mi compañero de prácticas estaba a mi lado argumentando que él se venía conmigo porque yo ya tenía experiencia. Y claro, le sonreí o nos sonreimos. 

El auto-reiki es toda una experiencia que no creo que abandone nunca pero es mucho más placentero aplicárselo a otros o que otros te lo apliquen. Convertirse en canal a través del cual circula la energía y posarla con tus manos en el cuerpo de otro para que la transforme en beneficio físico y psíquico es para mi todo un privilegio que no dejo de agradecer cada día. Siempre he dicho que esa energía que me es otorgada yo la envuelvo de amor y es así como la entrego. Nunca lo había puesto en práctica con un hombre pero teniendo en cuenta que hay hombres que a mi me llenan de ternura y Javi era uno de ellos, pensé que sería tremendamente especial y facil así que se tumbó y en todo momento y con cada nueva posición de manos le fui traspasando todo lo que yo recibía y todo lo que yo tenía para ofrecer. En la camilla de al lado, el chico que recibía el reiki de su compañera de prácticas, se quedó dormido y roncaba plácidamente mientras recibía su sesión. Javi no llegó a dormirse. Estaba igual que yo, disfrutando de la experiencia sin perderse ni una sola de las sensaciones que se pueden experimentar. El calor que siente uno en sus manos y el otro en su cuerpo, el fluir de la energia de uno a otro, genera un vínculo muy especial. Por un momento el universo nos convierte en uno solo y es tan fascinante que aún en ese estado de relajación profunda que se alcanza, lo mejor es disfrutarlo con todos los sentidos posibles. En mis manos puse todo el amor y toda la bondad que he reunido a lo largo de mi vida y con ellas recorrí el cuerpo de Javi esperando que todo aquello le sirviera para algo. Cuando mi sesión terminó me acerqué a él y le susurré a su oído preguntando si se había dormido. Se incorporó despacio, me agarró de la cintura y me dijo: ha sido fantástico. Le sonreí y me aparté.

Las prácticas no terminaban ahí. Ahora nos tocaba recibir a los que antes dimos y Javi estaba deseoso de dar y preocupado porque era su primera vez y quizás no lo haría bien. Pero el hechizo no se había roto. El vínculo estaba creado y ahora pienso, pasadas las horas, que el vínculo ya nunca más se rompre. Me tumbé. Me preguntó si utilizaba la respiración o algo mientras que hacía la sesión y le dije que no. Osea, que hay que dejarse fluir, me dijo. Y Javi, fluyó. Me dió todo y más de lo que yo le había podido dar a él. Ponía sus manos sobre mi a veces con la delicadeza de las caricias jamás olvidadas, casi sin rozarme y podíamos sentir en la conjunción mano-piel el calor del bienestar, del placer, del saber que todo estaba bien. Y yo pensaba: qué persona enferma no sana con esto. Una sesión de reiki siempre es algo muy especial pero sin duda, como ya había comprobado en otras ocasiones, no siempre se viven igual y esta sin duda, parecía ganarle la batalla a todas o por lo menos, tenía los suficientes matices como para ser una de las más especiales vividas hasta el momento. Cuando Javi terminó se acercó a mi irradiando cariño y yo me senté, le dí un beso junto con las gracias y él me lo devolvió con otro.

Así terminaron las prácticas y luego las comentamos entre todos puesto que para ellos era su primera vez. A mi me gusta ver como la gente se sorprende la primera vez. Igual que a mi me pasó. Javi dijo: yo es que la he dado con todo el corazón. Y le sonreí pensando: es que así es como se dan, con el corazón. El curso terminó, se incorporó una nueva persona, charlamos de unas cuantas cosas, nos intercambiamos los sitios y en un momento dado le pregunté a Javi si había tenido otras experiencias con el reiki y resultó que no. Hoy había sido su primera sesión recibida y dada. De esta forma mi dicha fue aún mayor. Era todo un honor para mi haber sido la primera persona que le descubría el reiki porque sé que eso nunca se olvida y más porque sabía que lo había disfrutado.

No acabábamos de marcharnos de allí. Siempre se necesita un poco de tiempo para volver a la realidad, retomar las pulsaciones normales, salir nuevamente al mundo... y Javi se sentó de nuevo a mi lado. El vínculo nunca se rompe. Quzás no nos veamos nunca más pero el vínculo seguirá existiendo. Pasó su mano por mi espalda y me acariciaba el cuello mientras hablaba conmigo pero yo no fui capaz de demostrarle más amor, aunque siempre se lo tenga. En eso, él me aventaja.

Tengo una gran suerte. Desde hace unos meses, la gente que se cruza en mi camino tiene un encanto tan especial que consiguen hacer de mis días un viaje extraordinario. Hemos comentado la experiencia un poco más en privado porque Javi me apuntó su tlf en una tarjeta que me dio mi maestra de reiki y sin duda, cualquier cosa escrita la hemos vivido a partes iguales en igual intensidad con la diferencia de que él dice que me eligió a mi y yo sé que antes de empezar nos habíamos elegido los dos.