jueves, 31 de octubre de 2013

martes, 22 de octubre de 2013

Entre todos: una terapia

No tengo costumbre de ver la TV salvo programas muy contados y por supuesto, la F1 y el Motociclismo que son una constante en mi vida casi desde que tengo uso de razón. Algunos programas los he descubierto gracias a otras personas y este es el caso del programa que me sirve casi a diario de terapia. Emiten en esta televisión que supuestamente es de todos pero de la que se ha adueñado de forma grotesca el gobierno que nos toca padecer y sufrir a diario, un programa que como siempre, porque somos así, porque hay tantas cosas criticables en estos momentos que parece que nada puede ser valorado positivamente y se busca siempre lo negativo para enfangarlo, un programa cuya finalidad no es más que la de ofrecer ayuda a tanta gente que está atravesando momentos desesperados como consecuencia no solo de la crisis, sino de la incompetencia del gobierno para lidiar con ella. El programa no es más que un vehículo para los que piden (en muchos casos avergonzados por tener que llegar a eso) y para los que están deseosos de ayudar y de dar. El programa se llama Entre todos y es para mi una terapia más de las que hago de forma habitual. No sólo me sirve para liberar emociones, por un lado no puedo evitar que se derramen lagrimones de pena y dolor ante las calamidades que muchas familias están padeciendo. Y por otro,  vuelvo nuevamente a llorar de felicidad cuando se consigue aliviar las penas y ofrecer un respiro a aquellos que no tienen para dar de comer a sus hijos, los que no tienen un techo o están a punto de perderlo, los que no pueden pagar las terapias de sus hijos enfermos, los que intentan emprender un negocio para salir de su situación con su propio esfuerzo pero no consiguen de los Sres. Banqueros la más mínima ayuda mientras que nosotros les hemos regalado por imposición toda la que ellos necesitaban. Y además me sirve para recobrar la confianza en la gente y entender que quizás no están dispuestos a levantarse en las calles, algo de lo que me he quejado a menudo,  que no gritan lo suficientemente alto que estamos hartos del mamoneo en que se ha convertido este país, que si no lo hacen tendrán sus motivos y puede ser que yo no los entienda, pero sin duda, todos los días veo miles de euros e incluso cientos de miles de euros que se entregan de forma desinterada unos a otros. Gente que no se conoce de nada, gente que aún tiene corazón, gente que siente amor por el prójimo porque sí, gente que disfruta dando y ayudando. 

A este programa se le critica que vende las miserias de la gente, que se hace un espectáculo con la pena. Pero dejémonos de sandeces y de agarrarnos a la puñetera crítica por costumbre. Si el que tiene un problema no lo cuenta, ¿como puede recibir lo que necesita? Si no sabemos lo que les pasa, ¿como vamos a ayudar? Si creeis que la miseria no se debe mostrar, sois igual que vuestros/nuestros verdugos que pretenden vendernos un país que levanta cabeza con las cifras de cualquier cosa menos las de la economía familiar. Esos más de seis millones de parados, no son un número que es como se nos suele tratar, sino seres humanos con una vida a sus espaldas y una realidad en muchos casos grotesca y de la que no son responsables. No basta con asumir que estamos mal y quejarnos por ello, es necesario conocer cómo de mal estamos, ponernos en la piel de los otros, entender el sufrimiento y la impotencia. Seguro que si eres de los que salen a la calle, gritarás más fuerte por ti y por ellos. Seguro que si aún te queda un poco de humanidad, desearás dar aunque solo sea por ver una sonrisa en su rostro, o un brillo de esperanza en un ojos que lloran de agradecimiento. Y es que si no das, no conocerás nunca la dicha que produce tu gesto tanto en ellos como en ti.

Uno además descubre que los que dan, casi siempre son los que menos tienen. Después de un par de meses de ver el programa puedo decir que un porcentaje muy elevado de la gente que ayuda a los otros son mayoritariamente parados y jubilados, o gente con pequeños negocios a los que tampoco les van muy bien las cosas. Por aquí no aparecen los millonarios que tanto bien podrían hacer. Aquí salen algunos niños que rompen sus huchas para dar los 20€ que tienen ahorrados (y ole por los que inculcan esos valores en ellos). Saber que se han recibido más de 800 llamadas para ayudar a una persona, ver como alguien se desprende de más de seis mil euros de sus ahorros para ayudar a unos niños que viven malnutridos en la otra punta de España, no puede menos que conmover y yo doy todos los días las gracias por descubrir que aún hay gente maravillosa en este mundo para los que el dinero tiene el valor que todos deberíamos darle.

 Yo no tengo nada que criticar a este programa sino todo lo contrario. No son más que meros intermediarios a través de los cuales fluye la felicidad desde un extremo al otro.