miércoles, 27 de marzo de 2013

Desenfreno emocional

Será porque me he alejado de algunos lugares que, a veces bulliciosos, no me dejan ser consciente de mi. Será que los nublados, la tan continuada lluvia de estos días, me repliegan sobre mi ser. Será que este vivir de prestado me crispa hasta el entendimiento. Será que la menstruación incomoda todo el sentir. Será o no sé porqué será pero me vuelco en papeles en blanco buscándome. Y me hallo. Lo hago según los días, lo hago hasta la impertinencia, hasta el no querer callar, hasta el hartazgo al prójimo, hasta el no poderme soportar. 

 Hasta que llega un "basta" desde las entrañas que me vapulea el sentido y me coloca de nuevo en mi lugar. Y me reconforta acomodarme nuevamente en el sosiego. Y es aquí donde quiero estar. Con la complacencia del recuerdo, con ese "lo que tenga que ser, será", sin la impaciencia de las horas pese al deseo de escapar, de salir de este rincón que me es tan ajeno, donde no existe intimidad, donde apenas soy quien soy por imposible. 

Con tantas cosas por hacer que esperan...

Pero todo llegará. En el momento adecuado, todo ocupará su lugar. 


TESTO YONQUI

Testo Yonqui es el título del libro de Beatriz Preciado que me estoy leyendo. Sí, me lo estoy leyendo y permanece inacabado por las circunstancias más que por falta de tiempo pero eso no quita para que hable del encanto de su descubrimiento. Reconozco que en un principio me abrumó tanta cita y tanto término. Que lo leía de a poquito porque me inundaba de palabros que no alcanzaba. Llevaba mucho tiempo acomodada en la placidez a veces anodina que la novela aporta, en ese dejarse llevar por otros mundos y otras vidas y saltar al ensayo filosófico supuso un reordenamiento neuronal que requirió un poco de tiempo. Cuando me ubiqué, cuando el testo hizo click en mi cerebro y se asentaron los conceptos comencé a disfrutar de la lectura y el conocimiento. Testo Yonqui es un alegato en contra del orden que esa minoría que maneja los hilos del existir de todos,  ha establecido en su beneficio para encasillarnos, clasificarnos y manejarnos a esta otra gran mayoría que nos dejamos llevar. Es una puerta abierta a un mundo que es y se ignora. Es además una experiencia personal de su autora que sin complejos desnuda su particular entender precisamente para eso, para que entendamos. Cuando la magnitud del testo se  hizo transparente para mi lo dejé a un lado porque sentía necesidad de saber más sobre su autora antes de seguir avanzando y cogí este trasto de portátil para ir en su busca. Lo que encontré no hizo más que asegurarme que me encontraba en buenas manos. Quedé fascinada con el encanto de Beatriz, con su fácil discurrir, con su mente privilegiada, su lucidez y esa aceptación desinhibida de su ser. 


Esta es Beatriz,  aunque no siempre. Podrías calificarla de mujer atendiendo a su nombre, hacerlo como hombre centrándote en la sombra peluda con la que adorna su boca. Yo no lo voy a hacer como nada salvo como persona que siente y vive en este mundo donde hay algo más que blanco y negro aunque disguste a muchos. Estoy segura que el testo me seguirá deparando buenas nuevas aunque a veces me descoloque. En su exposición sobre el consumo de pornografía  no dejó de sorprenderme que la asociara al género, esa palabra que tanto detesta, masculino. Como si la pornografía no fuera de consumo general. O bueno, quizás es que a mi me parece algo natural en el ser humano. Tampoco he hecho una encuesta entre las féminas como para asegurarlo, cosa que haré ya que me ha asaltado la duda. A ver si va a resultar ahora que pertenezco al colectivo queer sin yo saberlo, aunque a decir verdad estoy más cerca de él por convicción propia con respecto a la libre identidad de cada uno que al encasillamiento institucionalizado a que nos someten. Y bueno, que me voy por las ramas y me alejo del testo. Con respecto a mi, el libro tiene cierto peligro. Mi deseo de experimentar , de sentir, de querer conocer me empuja a la querencia de consumir y se une además a ese otro deseo que he expresado en otras ocasiones, el de tener una polla para entender. Algo claramente  imposible a no ser que exista la reencarnación y me toque en el reparto. De cualquier forma, las ganas ahí quedan.

En cuanto los vientos soplen favorables recuperaré la lectura. No he hablado del lado feminista de Beatriz que a priori me echó para atrás porque nunca he comulgado con ese afán extremista que enarbolan muchas feministas pero diré que Beatriz Preciado acabó por seducirme y me he subido a su carro. Si por un casual has llegado hasta aqui y te apetece saber quién es y cómo piensa la responsable del Testo Yonqui, te dejo una porción de charla que dió en el Festival SOS de Murcia en el 2009 y que fue una de las charlas que disfruté en su totalidad cuando fui a buscarla por la red. Será mucho más clarificante que las torpes palabras que yo le he dedicado.

Enjoy and Think!!!

Beatriz Preciado 1/10 Voces SOS 4.8

martes, 26 de marzo de 2013

Un corazón demasiado débil para la vida

Reorganizando escritos me acordé hoy de este texto que escribí hace ya unos años en Walking On Both Sides y me apetecía, así que lo rescato en este otro lugar. Y bueno, no podría ponerle otra música que la que en su día tuvo. El  mejor tema que he escuchado en años. Uno de esos que  estarán conmigo hasta el final.

*  *  *

No podía resistir la tentación. Cada vez que la vida le ganaba la batalla necesitaba del rápido galopar, del viento helado en su cara, ese viento que arrancaba de cuajo las penas, que hacía jirones su alma, para después recomponerla en un lento retorno a la vida cuando el paseo acababa, cuando exhaustos y sudorosos regresaban a este mundo tras el frenético cabalgar. Se acercó a las cuadras y acarició las rubias crines de su precioso caballo. Del amigo que comprensivo la miraba queriendo atrapar en sus enormes ojos negros toda la tristeza que la invadía. Sabía lo que se esperaba de él. Siempre en silencio le ensillaba, con dulzura, acariciando su piel canela, apretando las cinchas con la misma delicadeza que envolvía su corazón. Un corazón demasiado débil para la vida, un corazón nuevamente roto.

No siempre era así. Cuando aparecía enérgica, con ese andar desenfadado y el verde brillo de su mirada la envolvía de una bruma de felicidad, él se movía nervioso y relinchaba en un cariñoso saludo de bienvenida. Sabía que un agradable paseo lleno de confidencias entre ramas, matas y matojos estaba por llegar. Le ensillaba entre chácharas y caricias, entre risas y carantoñas y él, se contagiaba de su felicidad. Esos días exultaban de placer ambos. La escuchaba relatar las maravillas de su nuevo mundo donde el amor había anidado de nuevo y disfrutaba con sus risas, con el sosiego del paseo y el discurrir de su conversación. Nunca le guiaba, él sabía donde quería ir a cada momento, incluso se atrevía a llevarla por nuevos senderos donde el eco del agua que fluye melodiaba su conversación.

Hoy todo tenía el color lúgubre de la noche pese a que ya hacía horas que había amanecido. Sabía que esta vez no encontraría consuelo por más velocidad que diera a sus patas. Mantenía la calma esperando sentir su peso sobre él para iniciar la marcha. Dejaron atrás hogar y refugio, notaba la tensión de sus piernas apresándole, apremiándole a avanzar. Ni una palabra. Era una mañana fría de invierno. La escarcha aún adornaba los ramajes del camino y teñía de blanquecino el paisaje. Esta vez cogió ella las riendas y le llevó sin apremio hacia la vereda por la que discurrían cuando ella quería disfrutar de la inmensidad. Intentó iniciar el galope pero ella lo retuvo y supo entonces que ya, nunca más, nada volvería a ser. Adivinó el final del camino nada más iniciarlo. Adoptó la pose majestuosa que a ella tanto la enorgullecía de él y emprendió la marcha con la misma mirada fija y decidida de su dueña, dispuesto a llegar al final en su compañía. Y cuando el final empezó a divisarse a lo lejos, ella le apremió con una ligera presión de sus piernas y él, compañero inseparable, inició el galopar. El viento hacía ondear tanto crines como cabellos, imágenes rápidas de cabalgadas y galopares similares cruzaron raudas por las retinas de ambos. En la lejanía, la cadena montañosa se diluía entre brumas. El galope era cada vez más veloz, se adivinaba ya el abismo frente a ellos. Un último instante para soltar las riendas y abrazar al fiel amigo, a su todo. Un sollozo ahogado, un relinchar de comprensión y el gran salto al vacío cuando el último TE QUIERO salía de sus labios.


Band Of Horses - The Funeral (2006)

lunes, 25 de marzo de 2013

Miedos

Tengo miedo de amarte, aunque te amo.
Tengo miedo de perderte, aunque te pierdo.
Tengo miedo a la vida.
A vivir y no sobrevivir.
A querer morir y seguir viviendo.
A enfangarme y entregarme.
Tengo tantos miedos,
que me atenazan y paralizan.
Que me lanzan errada al vacío,
a la obscuridad más obscura.
Tengo miedo de ti y de mi misma.
Tengo miedo al fracaso y al dolor.
Tengo miedo porque amo y sufro.
Miedo porque sé y desconozco.
Porque te tengo y te pierdo.
Porque eres y soy.
Tengo miedo del silencio y las palabras.
Miedo a la certeza absoluta
 y a la duda más cruel.
Tengo un miedo profundo
en mi garganta que me envenena.
Una garra que gironea
el ayer y el mañana.
Un miedo atroz a  verme en tu mirada.
Tengo miedo a las alturas
y a morir ahogada.
Tengo miedo, si.
Es por ahora, todo lo que tengo.



Love Is Colder Than Death - Wild World (1991)

...



Te amé antes de conocerte como una premonición




lunes, 11 de marzo de 2013

Tiempo

¿Qué es el presente? 
Tan solo un instante fugaz que cuando lo piensas ya se ha convertido en pasado.

¿Qué es el futuro? 
Nada. Cuando el futuro es, se convierte en presente.

¿Qué es el pasado?  
Lo que en su momento fue presente, convertido en recuerdo. Tan solo una huella que habita en  tu memoria.


Abraza  y vive intensamente este instante fugaz como lo más preciado de tu vida. Piensa que en una ocasión fue futuro y que en un rato, se convertirá en pasado. 



El Amor y Haneke

Hace no mucho fui a ver con muchas expectativas la película de Michael Haneke Amour  y no puedo decir que no me gustó porque me encantó. Y lo hizo por su forma de hacer y su forma de contar pero me decepcionó en un sentido, ese amor es el amor de los te quieros  y no el amor de los te amos. Es el amor que se mira el ombligo egoista sin mirar a los ojos de quien se ama. Es el amor que se destruye y te destruye. Seguramente para muchos sea la expresión más grande del amor porque el amor muere con la muerte, pero lo realmente cierto es que el amor muere asesinado llevado a los extremos. Si había que demostrar el amor en la pantalla grande, tuvo su momento, un instante en el que la historia podía haber girado para darle verdadero sentido  a la palabra. Pero el instante se desvaneció en un salón y la historia se convirtió en una de tantas que viven muchos.  Con un broche final, eso si,  el toque que la hace  propia de Haneke por la ejecución de aquello que pese a estar en la mente de muchos, muy pocos se atreverían a realizar. Pero eso no la convierte en la expresión del amor sino en el estereotipo de lo que la mayoría de la gente entiende cuando junta esas cuatro letras. Un amor que esclaviza y que en determinados momentos se convierte en una pesada carga.

La volvería a ver sin dudarlo, de hecho la volveré a ver en cuanto pueda pero Sr. Haneke, lamento decirle que su amor... se escribe con minúsculas. 


The Young Gods - L'Amourir (1988)