domingo, 14 de octubre de 2012

Criatura Ordenada

Acabo de volver de un estupendo paseo.  La verdad es que aquí, casi todos los días invitan a asomarse al exterior. Tengo una vecina que pretende instaurar la caminata como actividad regular y compartida pero no he querido dejarme llevar por sus invitaciones. Creo que salir a andar por obligación es un suicidio emocional. Te privas del placer del paseo cuando lo conviertes en algo involuntario y la compañía parlante te impide abrir los sentidos al mundo que te rodea. Prefiero experimentarlo en solitario y cuando surgen las ganas, para convertirlo en una agradable experiencia. El caso es que he salido con la intención de sentarme un rato frente al mar y disfrutar del ocaso del día. A mi vuelta, y antes de abandonar el paisaje marino,  me he sentado a tomarme un granizado de café en una terraza. He sacado unas hojas impresas que esconden un sueño más que me gustaría hacer realidad y con el subrayador estaba extrayendo todo aquello que fuera útil de un texto que me va resultando cada vez más interesante a medida que profundizo en el tema. Por un momento me había trasladado a la Sevilla del siglo XVI, al mundo de la prostitución y las mancebías que se instalaron en esta capital y estaba más que absorta en la lectura, cuando no me quedó más remedio que levantar la vista del papel.

La mitad femenina de una pareja que pasaba ante mi mesa levantó la voz para decir enérgicamente lo siguiente:

- Yo no soy racista, soy ordenada. Cada uno en su país.

Qué fuerte!!! Ojiplática me quedé. Me dejó impresionada una frase que evidentemente no era suya, pero de la que se adueñó para expresar su sentir.   No pude retomar la lectura que me traía entre manos. El racismo, la xenofobia se instala muy fácilmente en la mente de aquellos que han tenido una vida fácil y a los que su madre parió, por suerte para ellos, en un lugar del que no es preciso tener que partir. También se aloja en aquellas mentes incapaces de sentir cualquier empatía por la humanidad o que ha reflexionado poco y nada sobre la vida y el porqué se  vive de  una u otra forma. Si tú que te expresas con tanta firmeza lo hubieras hecho, habrías entendido que tu camino empieza totalmente ajeno a ti. Qué sería de tí, criatura ordenada, si hubieras visto la luz en un país sin posibilidades. Si te hubieras criado en la penuria y la hambruna. ¿Te rendirías ante tu realidad? Quizás el orden ya no fuera tan agradable. O imagina, si puedes, que tuvieras curiosidad. ¿No te gustaría pasearte por el mundo con libertad? Vivimos en un país con una ubicación estratégica que a lo largo de la historia se ha visto invadido por un ir y venir continuo de gentes y culturas del otro lado del estrecho. Somos la puerta de entrada a la Europa desarrollada y aunque para algunos formamos parte del camino que pretenden recorrer, para otros nos convertimos en punto y final de un viaje que no da para más. En su día, y te lo recuerdo porque por lo menos algún vez en la escuela lo debiste oir, nosotros atravesamos las Columnas de Hércules con espíritu aventurero y cruzamos el Atlántico donde nos asentamos, invadimos, expoliamos y culturizamos forzosamente a los que estaban ordenadamente colocados en su sitio. Pero no nos gusta que ellos saquen los pies del plato, que utilicen ese germen cultural que inculcamos en ellos para hacerse un hueco entre nosotros. Quizás intelectualmente te falta incluso conocimiento histórico reciente, criatura ordenada. Olvidas que posiblemente tus abuelos o los abuelos de los que te rodean, a lo mejor tus padres, o tus bisabuelos, tuvieron también que cruzar el charco debido al hambre o a las persecuciones políticas. Acontecimientos  no tan lejanos en el tiempo. Algunos son incluso de ayer, ya ves como están las cosas... Es más, quizás alguno de esos antepasados ni siquiera tuvo que hacer un viaje tan largo. A lo mejor tan solo se trasladó del campo a una ciudad con las esperanzas en un hatillo. Hubiera sido curioso indagar en tu historia familiar, criatura ordenada,  y descubrirte que en algún momento, tu familia  sintió el deseo de vivir una vida más próspera o, quizás  se vio en la obligación de olvidar el pasado y asentarse en un futuro incierto. Una historia familiar que, en tu caso,  culminaría con la venida al mundo de un ser como tú: criatura ordenada. Si, creo que sería más que probable tropezar con alguno de esos antepasados. Yo los tengo. La gran mayoría de la gente que conozco, los tiene. Fíjate, hay gente muy desordenada que se va allí donde no le corresponde y atenta contra los principios de esas otras criaturas ordenadas que se creen con derecho a imponerte un domicilio en un mundo tan grande y variado como este.

Si algún pero por mi parte le pongo a este libre trasiego del ser humano fuera de las fronteras que le impuso el nacimiento,  es al hecho inevitable de la delincuencia inmigrante. Inmigrante no es una palabra que me guste mucho porque parece haberse ensuciado con el tiempo y el uso. No invoca esa inmigración de cerebros de otros países, que también ha habido, y que se instalaron dentro de  nuestras fronteras y nos enriquecieron con su arte y su saber. Inmigración es una palabra que habitualmente se utiliza peyoratibamente y a mi me gusta más pensar que no tiene porqué tener nombre ese grupo de personas anónimas que deciden probar suerte en una tierra que no es la que les vió nacer. Porque me parece lógica la libre circulación del ser humano a través de este planeta que no es propiedad de nadie.  La delincuencia inmigrante, a lo que iba,  debería estar suficientemente regulada de forma que se evite en la medida de lo posible que se instale entre los que desean convivir en paz. Controlado eso, no hay nada que reprochar a la libertad que cada individuo debe tener para decidir dónde y cómo vivir.

En fin, con toda esta charla quería decirte algo, criatura ordenada: A mi también me gusta el orden. Pero con las cosas, nunca con las personas, por favor. 

(Esto sonaba mientras escribía y me ha hecho bailotear frente al escritorio)

Caro Emerald - You Don't Love Me (2010)