martes, 21 de enero de 2014

Un día en el parque

Hoy he dado un paseo por el parque de enfrente de casa. Hacía mucho tiempo, quizás porque está tan cerca que cuando uno se plantea dar un paseo piensa en un más allá que te lleve lejos no solo en andanzas sino también en pensamientos.

He salido a recoger unos poquitos rayos de sol para mi. A respirar un poco más profundamente de lo que lo hago en casa, aunque lo de la profundidad no es más que una sensación provocada por el aire frio del invierno que sientes atravesando tu cuerpo. No, que va. Hice unas cuantas inspiraciones profundas de forma consciente porque me apetecía respirar una mañana que estaba de estreno. ¿Te das cuenta? Cada día lo estrenamos todo de nuevo. Puede que se parezca a lo de ayer pero no es así. Es un día nuevo que nace para llenarlo de oportunidades, para corregir lo de ayer y sembrar algo bueno para mañana. Pero si no lo haces, no importa. Mañana habrá otro nuevo día para estrenar y podrás nuevamente intentarlo.

Creo que no me paseaba por este parque desde que mis hijos dejaron de necesitar que los sacara de paseo o quizás es que son esos los recuerdos que quedaron impregnados con él. El parque de los patos, porque hay un pequeño lago con patos al que tenía que llegar corriendo para evitar que mis hijos se acercaran al agua más de lo que estima correcto la seguridad maternal. Ellos bajaban con las bicicletas, las soltaban en medio del camino y se iban corriendo a ver a los patos. Daba igual que les dijeras que te esperasen. Ellos  no podían esperar. Así es la impaciencia infantil, no espera por nada ni por nadie. Pues allí seguían los patos. Seguramente no sean los mismos. Ni siquiera sabíamos si eran los mismos de un día para otro como para saberlo con el paso de los años. Me he estado entreteniendo porque alrededor del lago habían puesto carteles a los árboles y los arbustos aunque en muchos casos no había arbustos para el cartel y en otros, el árbol había perdido sus hojas y daba la sensación de tener tanto frio como yo. Pero aún desnudos, sabía como era la forma de sus hojas. He recordado los tiempos en los que salía con el libro de las plantas al campo, o visitaba el Jardín Botánico y guardaba hojas entre hojas. Cogía las que habían caído al suelo, buscaba el árbol en el libro y las guardaba allí de recuerdo. 

Hoy he aprendido que el Abrotano Macho es un arbusto. Ya ves, yo creía que era un anuncio de la televisión de los tiempos de maricastaña. Pensaba que era una marca pero no, es una planta. O las dos cosas a la vez.

Hoy también iba escuchando música. Escuchaba a los Love Of Lesbian. Eran lo único que aportaba algo de calor al paseo y también los que apartaban mi atención de arbustos, árboles, patos y recuerdos con sus letras. Qué pena no ser capaz de escribir así. Tienen una magia muy especial para mi. Cuando me da por saborearlos no puedo evitar quedarme perdida en alguna de sus metáforas y vagar. Cuando acabó mi paseo por el parque empezó a sonar esta canción así que me apoyé en un banco de la calle de cara a un sol que parecía iba a ser engullido por cualquiera de las nubes que parecían al acecho, y me quedé a disfrutarla. 

"...cada nube es un plan, 
se transforma al viajar 
y no pesa y se va. 
Somos nubes, no más..."