lunes, 13 de enero de 2014

Vacío, soledad y silencio

No existe el azar ni la casualidad. Todas las cosas pasan por algo. Todas las personas aparecen en tu vida por alguna razón. A veces no sabes determinar el porqué o el para qué, pero la razón existe aunque no sepas verla en el momento. Por mi vida ha pasado como una exhalación un encanto de chico. Un amor como un suspiro. Alguien con quien pasé unas horas la primera vez  y con el que he pasado unas horas, la última. Entre una y otra, tan solo unas pocas conversaciones y un mes de silencio para recapacitar ambos, con una cita en el aire que podría o no podría ser pero que finalmente fue. 

Ahora no queda más que vacío, soledad y silencio. Un silencio roto por el recuerdo de sus gemidos. Un vacío que surgió tras haberlo contenido. La soledad que siente la piel que ha sido amada y recorrida. El abrazo tierno que ya se ha ido.  

No nos hemos dicho adiós pero lo dijo la puerta al cerrarse. Nos dimos las gracias y cada uno sabe su porqué. 

Tenía que ser y fue. Desde el instante mismo en el que yo aparecí en aquel lugar que no estaba previsto y él se quedó enganchado a mi con su mirada. Esperando que le mirara yo. Y mientras..., yo le veía sin mirar.

Ya tenemos lo que queríamos. El recuerdo de habernos tenido. Habitar cada uno en la memoria del otro. Para cuando deseemos, recordarnos. Y yo, la mejor de las medicinas. La que no se receta  pero se sabe. El amor compartido, el amor saboreado. El amor, aunque sea efímero.

Tenía que ser, fue y ya se ha ido.