martes, 6 de marzo de 2012

Día sin tregua

Hay días que uno preferiría no haber tenido que vivirlos. Esta mañana he visto como un hombre sufría un ataque al corazón en la calle y a mi se me ha hecho un nudo en la garganta. Se me ha quedado la imagen grabada en la retina sin que haya conseguido aún olvidarla. Los acontecimientos de la tarde no han conseguido que el día cambie de color, sino que muy al contrario, se ha ido tornando más obscuro de lo que ya parecía. Pensaba que en este nuevo camino tendría que enfrentarme a muchos obstáculos, pero siempre imaginé que estarían fuera de casa. Sin embargo, el mayor de ellos se ha convertido en un abismo que ya no sé como sortear y al final, romperá mi corazón en mil pedazos. Pero ya no puedo dar marcha atrás y la marcha adelante supone la soledad más absoluta. Ni siquiera tengo muy claro si seré capaz de sobrevivir a ello. Hoy me he sentido totalmente derrotada, me he dejado caer en el sofá, he cerrado los ojos y he deseado que fuera una pesadilla de la que mañana iba a despertar. Pero el día no había terminado aún. El teléfono me reservaba algún problema más, uno que a medida que pasan los meses se va complicando más y más y para el que yo soy el clavo ardiendo al que se agarran en busca de consuelo y en ocasiones, también en busca de la solución. A veces, parece que todo se desmorona y hoy parecía que alguien estaba interpretando una marcha fúnebre a mi alrededor.

Hay gente que estos días ha perdido a sus seres más queridos y también me he encontrado con su dolor cuando me he sentado ante esta pantalla tonta y yo, creo que ya no estoy para mucho más por hoy. Me gustaría fumarme un cigarrito relajante, cerrar los ojos, no pensar en nada, dormir... y cuando vuelva a salir el sol, empezar de nuevo a luchar contra todo.