lunes, 9 de diciembre de 2013

Qué delicia, por favor!!!

Hoy si que no sé como catalogar lo que siento. Debería estar triste o decepcionada, pero no lo estoy. Se me ha quedado en la mirada el deseo suspendido. Ayer destapamos la caja de los sentimientos y los convertimos en ilusión. Ilusión efímera que hemos enterrado esta mañana antes de convertirla en realidad. Qué fácil ha sido todo. Qué fácil entenderse cuando pensamos en alto, cuando le damos la palabra al pensamiento. Qué fácil cuando somos transparentes y sinceros. Qué fácil cuando perdemos el miedo a nuestros miedos, cuando le damos voz. Qué fácil cuando no nos avergonzamos de nuestros deseos y nos confesamos. Qué fácil es entenderse cuando jugamos el mismo juego. Y qué fácil es no hacer daño cuando uno es dueño del conocimiento. Pero sobre todo, que fácil es después de todo eso, cuando los dos pensamos lo mismo.

Hoy el día solo tiene tu nombre. Te llevé a pasear con mis pensamientos y el silencio, con el frio adherido a mi cuerpo, con los sentidos subidos en balancín. Qué triste y qué bello al mismo tiempo. No hacía falta hacer realidad los sueños. Ya nos acariciamos bastante con las palabras. Ya fuimos uno en su momento y nos envolvió la magia que nos arrastró hasta aquí. Si supieras que ese deseo incontenido en ti que tanto me ha sorprendido y que me has regalado ha sido la mejor de las medicinas, estarías más tranquilo.

Hoy es tiempo de recuerdo y de olvido para los dos porque resutó que siempre fuimos al unísono con todo. Mañana, volveremos a la realidad. Necesito escuchar música pero no encuentro la que necesito, así que dejaremos muda la entrada. Tan muda como el día.

Eres lo más dulce que he conocido en mucho tiempo.