domingo, 29 de diciembre de 2013

TRECE - II

Cuando en el mes de mayo escribí mi primera entrada sobre el TRECE no tenía ni idea de lo que aún me deparaban los días de este año. Sería un poco aburrido si tuviéramos la certeza del futuro. El futuro no es nada que esté esperándote para vivirlo porque nunca llega. Solo disponemos del presente para vivir y del pasado para recordar y aprender. Dije en esa entrada que tendría que esperar al final para valorar si el año, como yo pensaba, sería el mejor de mi vida puesto que no habrá más años TRECE que yo pueda alcanzar. Y esto es lo que toca ahora.

Sin lugar a dudas he vivido años felices, años que quedaron en la memoria pero desde luego, ninguno como este. Se inició con un nombre propio justo unas horas antes de empezar el TRECE y he de rectificar lo que en su momento escribí en la otra entrada. No me quedé con la miel en los labios. La saboreé todo lo que se pudo, lo que el tiempo y las circunstancias me permitieron y aunque no fuera mucho, tiene la miel la propiedad de dejar el dulzor en la boca aún después de haberla ingerido. 

Otro día TRECE de este año regresé a mi casa, al lado de esas otras dos vidas que son la mía propia y sin las que no podría vivir. No sabía que hacer con el amor que sentía hacia ellos cuando estaba lejos. No sabría vivir si no pudiera disfrutar del que ellos me tienen a mi también. Pero también sé cuanto bien nos hizo la distancia y ahora disfrutamos de una convivencia que está llena de alegrias, de confesiones mutuas, de risas y locuras, de adolescencia que contagia y rejuvenece, de charlas en las que todos aprendemos algo, de abrazos y besos que reconfortan y de ternura que a mi se me derrama por todos los poros de mi piel. No hay nada como crecer a su lado.

El regreso me estaba esperando con otra noticia que me pilló a traspies y que dejó a medias el proyecto de pintar mi vida de otro color. Bueno, en realidad, lo que se quedó a medio pintar fue la casa porque la vida empezó a tener todas las tonalidades del arco iris y se llenó de nombres propios, de descubrimientos, de actividades, de batas blancas y frialdad, de lugares en los que perderse, de personas a las que confiarse. Se llenó de más amor y conocimiento, de más gratitud y deseo, se llenó de ilusion y de brillo. Y de tantas cosas más...

Dejé ir a quien no quiso quedarse y aparté a los que no quise que se quedaran. Y vivo. Vivo feliz por todo lo que me ha regalado este año. Vivo sin saber a veces que hacer con tanto amor como siento, sin saber como dar las gracias por todo lo nuevo, por el placer vivido y por la alegría de lo que permanece. Vivo sorprendiéndome con esas casualidades que han salido a mi encuentro y que visten de magia alguno de mis días.

Y vivo sobre todo,  para seguir viviendo.

Y este es otro TRECE, porque ese será su nombre. Llegará a casa con el nuevo año junto con su hermanita que es tan dulce como él. Y de esta forma, nos convertimos en familia numerosa. Algo más en lo que ocupar el tiempo. Alguien más a quien darle amor. Lo necesitábamos y yo se lo debía a los gatos desde que este verano se acercó uno a mi y me estuvo acariciando con sus patitas allí donde se me había instalado el mal para después ovillarse encima de mi y ronronear sobre mi cuerpo. Todos los días, cuando me tumbaba en la hamaca que colgaba entre los árboles para disfrutar de todo aquello que me ofrecía aquel lugar, él saltaba cuidadosamente sobre mi y repetía la misma operación. Y yo, le acariciaba con todo el agradecimiento del mundo en mis manos.

Y aún nos queda un TRECE más. El primero del año nuevo. Unas horas de amor y caricias. Un hola y un adiós al mismo tiempo que no dolerá y que guardaré en mi corazón para que me dé fuerzas cada vez que lo recuerde, como él quería. El amor de alguien que también me pilló por sorpresa y que no pude rechazar. Porque si alguna vez he necesitado caricias, es en este momento y no me las pienso negar. Se cruzó en mi vida solo para eso. Te voy a llenar de amor, dijo. Y yo..., me voy a dejar.

Y con todo esto, despedimos al año TRECE. El único año TRECE de mi vida y el mejor.