Todo aquello que te acaricia dulcemente la fibra sensible debes mantenerlo a tu lado. Este mantra que por primera vez escuché hace tiempo en medio de una audición que utilizaba en las sesiones de reiki se quedó grabado en algún lugar de mi yo más que para hacerlo mío, para poseerme él a mi. Desde ese día reproduje un montón de veces la audición esperando impaciente que llegara su momento. Ahora ya no me impaciento. No necesito esperar. Lo disfruto cuando siento la necesidad. A veces haciendo reiki y otras como ahora, porque me lo pide el cuerpo y me abandono.
Otra forma de renacer y de perderse.