martes, 11 de marzo de 2014

Matrimonio y apelativos varios

No deja de sorprenderme el hecho de que haya mujeres a las que les produce cierto regocijo o felicidad el hecho de contraer matrimonio. Y que conste que la que habla es una que ha pasado dos veces por esa experiencia lo cual le podría parecer a muchos motivo más que suficiente para que ni siquiera me pronuncie al respecto. Que quede claro que todo esto no es en absoluto una crítica sino una opinión personal. En mi caso, las razones que tuve para hacerlo están muy alejadas de una felicidad que pudiera proporcionarme el hecho. En ninguno de los casos fue un acto de amor y posiblemente eso pueda resultar más criticable que lo que yo quería contar. Creo que el amor no es necesario plasmarlo en un papel que lo haga oficial. Es más, de todas las relaciones que tuve, en la que más amor hubo no existió papel alguno. La primera vez lo hice por alguien de mi familia a quien sigo considerando el más especial de mi vida, para el que sabía que era una gran ilusión y cuyo aliento se extinguiría en breve así que quise hacerle un regalo. La segunda vez, fue en un intento por asegurar jurídicamente los derechos de mis hijos. Posiblemente esto no se consideran razones para nadie pero fueron las mias y creo que dejan bastante claro que el matrimonio en sí no tiene ninguna significación especial para mi en lo que a la relación de pareja se refiere. Y dicho esto, voy con lo que quería contar. 

Las mujeres a las que me refiero son aquellas que consideran que el hecho de contraer matrimonio es una forma de afianzar, de sentirse propietaria o casi peor aún, de sentirse pertenencia. No voy a decir que no sientan amor aunque bajo mi punto de vista es una forma de amar que se parece más al querer del que ya hablé en otra ocasión. Algunas lo hacen sin duda por una cuestión de principios, las recalcitrantes cristianas. Otras, que también se agarran a principios religiosos no parecen acordarse de ellos cuando han estado conviviendo y follando hasta jartarse con el futuro marido. Joer, a mi hasta se me atragantaba la palabra marido si es que la tenía que pronunciar en alguna ocasión. Otras ponen la ilusión en el vestidito de turno o en zarandajas semejantes, pero como un verdadero acto de amor, creo que casi ninguna así que casi que prefiero mis razones porque en verdad y por más vueltas que le doy al tema no sé que tiene que ver el amor con el matrimonio. Y es que, para qué necesita el amor de papeles o ceremonias.

Aparte de la susodicha acción de pasar por un Juzgado o una Iglesia te encuentras con que a algunas mujeres les encanta el autoproclamarse e incluso son capaces de hasta ponerlo como estado de whatsapp el como mínimo retrógrado "Señora De...". Bufff, a mi que lo de señora ya me tira para atrás, si encima le ponemos un "de", para qué queremos más. Pero, cómo que señora de, por favor!!! Pero tú te tienes en alguna estima? Realmente te gusta eso de ser señora de algún fulano? (lo de fulano con todos los respetos para los caballeros, que conste). Lo exhiben a modo de título, como si fuera un trofeo y a mi sinceramente lo que me produce es vergüenza ajena. Me produce la misma vergüenza que las que consideran que su papel en esta vida es el de servir a algún tiparraco y aquí ya sin respetos porque para mi no deja de ser un tiparraco cualquier tío que acepte el servilismo de "su mujer". Y vuelvo a decir que esto no es más que una opinión personal. Siempre he dicho que en las relaciones vale cualquier cosa. Y cualquier cosa es cualquier cosa aún pareciéndonos la más aberrante siempre y cuando los dos estén de acuerdo y no se dañe a terceros. Así que bajo esta afirmación no puedo hacer crítica de nada sino expresar qué cosas no van conmigo. Porque en verdad, si a tí te hace feliz casarte y ser la señora de, pues oye, mira que suerte. Objetivo cumplido.

Hay otra referencia a la pareja que también me encanta. La de "mi prometid@" que también la he escuchado hace poco. Eso qué es? Se supone que se utiliza cuando os habeis hecho promesa de matrimonio, lo cual me parece estupendo si es lo que quereis. ¿Pero lo de proclamarlo a los cuatro vientos, lo de convertirse en un estado, es necesario? ¿Tu prometid@ ha dejado de tener nombre desde que decidísteis casaros?

Las relaciones siempre se me han hecho un poco cuesta arriba con el tema de la nomenclatura porque no encontré nunca acomodo en los estereotipos. Empezando porque siempre usamos posesivos y continuando porque los sustantivos tampoco resultaban de mi agrado, me resultaba bastante incómodo el tener que ponerle un nombre a las personas que estaban conmigo. Apelarles como novio, no digamos ya prometido que jamás estuvo en mi mente o marido no ha sido nunca de mi gusto pero hay veces que tienes que especificar la relación que tienes con la persona de la que estás hablando y de entre todas las opciones posibles la de pareja me parecía la que más se adaptaba a la realidad y aún así, prefiero llamarles por su nombre que para eso lo tienen.

Y sigo dándole vueltas a ese mi prometido, matrimonio y señora de que gusta a algunas. Parece que están deseando perder la identidad si es que la tienen porque quizás lo que puede ser es que lo que estén deseando con todo esto es adquirir alguna. Pero adquirirla en base a otro es tanto como no tenerla. Y eso es un poco triste, ¿no te parece?