miércoles, 5 de junio de 2013

Hijos y "padres"

Cuando uno toma la decisión de tener hijos, tiene que ser como fruto de un mínimo de reflexión. No se trata de procrearnos como animales porque lo que traemos al mundo no son animales en el sentido de que requieren de unos cuidados y atenciones por nuestra parte que en otras especies no son necesarios. No salen volando a los dos días. Somos la especie más indefensa y que más precisa de sus progenitores hasta una edad demasiado tardía y tal y como están las cosas, lo tardío ni siquiera tiene una edad determinada. En cualquier caso, si no hicistes la reflexión, te toca apechugar con el resultado de tus actos si es que en tu interior hay un mínimo de humanidad.

Hay una reflexión más casi tan necesaria como la primera. Es la del hecho de con quién los vas a tener. Este hecho se asume como normal cuando tienes una relación con alguien y en muchos casos no te planteas sus capacidades para asumir esa responsabilidad. Lo cierto es que en la mayor parte de los casos, nadie se plantea ni una cosa ni la otra. El tener hijos parece el devenir normal en una relación de pareja y se tienen sin más. Como si todos estuviéramos preparados para asumir el cambio que supone en la vida el tener una responsabilidad que te acompañará hasta el final de los días. 

Después de catorce años de maternidad reconozco que es agotador. Y lo es no solo físicamente sino mentalmente. Cierto es que con los años puede ser un poco más relajado. Que los primeros años de vida de tus hijos no hay tiempo para otra cosa más que para ellos, que continuamente reclaman atenciones de todo tipo y dependen para cualquier cosa de ti. Una se olvida prácticamente de que existe. Ya no hay tiempo para leer, para pegarse una fiestecita, para ir al cine, para viajar, para quedarse en la cama hasta que te hartes, etc. etc. Cuando hay tiempo, lo necesitas para descansar pero es un bien escaso. Habrá gente que lo lleve mejor que otra. En mi caso, además de un trabajo que ya era un poco estresante se unía el haber parido dos niños a la vez pero además, había un tercer problema. En mi adolescencia, cuando pensaba en la maternidad, lo hacía con la idea de tener algún día un hijo pero para mi, sin la necesaria existencia de un padre. Luego cuando crecí, decidí que era mejor no tenerlos. Ni con padre ni sin él. Y al final, cuando la biología empezó a sacudirme el cerebro para que tomara una decisión al respecto, está claro que no tenía la mente muy lúcida porque de todas las opciones, elegí creo que la peor. Decidí tener hijos, con la responsabilidad que eso suponía y que asumí. Pero los tuve con la presencia de un padre en sus vidas y en la mía que nunca lo llegó a ser y que por no ser, ni siquiera fue un compañero en mi vida con el que compartir responsabilidades, trabajo, preocupaciones, ilusiones o cualquier otra cosa que se supone que uno comparte con quien supuestamente está a tu lado porque te quiere y le quieres. Así que, el amor se desvaneció entre decepciones. El amor en la pareja es algo que uno como que tiene asumido que puede desaparecer o por lo menos, a mi en este caso, es algo que ya no me preocupa lo más mínimo. ¿Pero el amor a los hijos? ¿No es un sentimiento que nace en el momento en que vienen al mundo? Yo no tengo ninguna duda sobre esto, pero los tíos, ¿lo sienten igual? Pues visto lo visto, parece que no. Seguro que hay hombres que se desviven por sus hijos, no lo dudo pero supongo que mis hijos, no tendrán nunca esta opinión de su padre. De niños, son más inconscientes ante la realidad. Si sus necesidades están atendidas y su padre y su madre están alrededor, no le ponen nombre al responsable de que sus vidas sean como son. Si las circunstancias hacen que su padre y su madre ya no convivan juntos, empiezan a ser evidentes las diferencias y cuando comienzan a hacer uso de la razón, la dececpción, también se aloja en sus corazones. 

Padre, según el DRAE en sus dos primeras acepciones, es el varón o macho que ha engendrado o el varón o macho respecto de sus hijos. Tan escueta la definición como escuetos son algunos padres que creyeron sus obligaciones cumplidas al dejarnos un espermatozoide o dos, de regalito. La palabra PADRE es un título que hay que ganarse con amor y dedicación. Cuando reiteradamente los intereses del padre están por encima de los de los hijos sin importar las consecuencias que esto tiene sobre ellos, no se merece uno el título ni con minúsculas siquiera.

En mi vida hay cosas que me duelen. Me duele lo que supone en mi vida personal el compensar estas carencias que tienen mis hijos pero me duele mucho más la triste suerte que han tenido al tenerte como padre. No sé cuando veremos esta situación superada, cuando llegará el día en que no nos afecte a ninguno tu egoismo. Supongo que queda muy poco ya porque cada vez somos todos un poco más independientes. Un día te dije que te arrepentirías de lo que te estabas perdiendo pero me equivoqué. Ni te importa lo que te has perdido ni lo que te vas a perder.

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